El monarca de Sabaneta
Las actividades del controvertido empresario Ernesto Garcés en un pequeño municipio de Antioquia, despiertan inquietud sobre qué tanto lo está transformando en su 'república independiente'.
El popular turismo religioso para venerar a María Auxiliadora en la iglesia del parque central de Sabaneta, Antioquia, pareciera estar cambiando. Hoy la romería corre por cuenta de un inusual boom inmobiliario que atrae hombres de negocios a ese pequeño municipio antioqueño. Enclavado en las montañas, este poblado de 45.000 habitantes, y hasta hace poco de costumbres rurales, se ha convertido en el epicentro de un desarrollo que no tiene del todo contentos a los locales. En gran medida, este cambio lo atribuyen a Ernesto Garcés, ex senador de la República, reconocido caficultor y terrateniente de la región. Es tal su influencia, que algunos de sus paisanos comentan cómo Garcés está haciendo de Sabaneta su pequeña 'república'.
Su poder no es casual. Es influyente en un conglomerado de empresas conocidas como el Grupo Monarca, y es dueño de más de un millón de metros cuadrados del municipio, en buena medida por su herencia familiar. A principios del siglo XX su abuelo poseía el 80 por ciento de Sabaneta. Ahora, gran parte de los nuevos desarrollos se hace en los predios de este empresario que, pese a haber pasado por el Congreso hace más de 20 años, aún le da juego a su vena política. Varias veces le ha propuesto a su amigo el presidente Álvaro Uribe su proyecto de "comprar la paz": "Las personas que tengamos un cierto capital, entreguemos el 20 por ciento a un fondo para darle salud a todo el mundo, educación a todo el mundo y trabajo a todo el mundo. Yo creo que podríamos reunir más de 150.000 millones de dólares", dice.
Pero su nombre también ha estado ligado a algunos episodios que le han exigido dar varias explicaciones. El más recordado fue a mediados de los años 90, cuando lo señalaron de conformar el grupo paramilitar 'La Escopeta', que operaba en el suroeste antioqueño, donde también tiene grandes extensiones de tierra. Durante 13 meses estuvo detenido, la investigación en su contra precluyó en momentos en que la prensa local titulaba 'La Escopeta nunca existió'. Recientemente, en 2006, fue consultado por los medios cuando se supo que lo visitó en su oficina alias 'Ernesto Báez', uno de los jefes paramilitares desmovilizados "Las AUC me nombraron acompañante en las negociaciones; el señor 'Báez' quería preguntarme cuál era mi concepto sobre lo que ocurre actualmente y yo le pedí prudencia y tolerancia", dijo.
Su presencia no pasa inadvertida. En el último consejo comunal de Sabaneta, convocado por el gobernador, Luis Alfredo Ramos, y del que participaba el alcalde del municipio, Guillermo Montoya, el protocolo se interrumpió cuando Ernesto Garcés llegó al recinto. De inmediato le dieron la palabra, y él expuso su visión de desarrollo del municipio: "Hay que pedirle a Dios, a Santa Ana y a María Auxiliadora que esos edificios sigan creciendo en Sabaneta y se puedan terminar".
El Grupo Monarca es la mayor constructora de Sabaneta y hoy es dueña de 800.000 metros cuadrados en el municipio distintos a los de Garcés. Esto sin contar con planes parciales de un poco más de dos millones de metros cuadrados de tierra rural en Sabaneta y La Estrella, un municipio aledaño. Fue centro de atención hace poco cuando anunció con bombos y platillos que construiría el edificio más grande de Colombia, idea que se fue desmontando con gran discreción. Henry Madrid, su presidente, niega que Garcés sea socio, pero reconoce su influencia: "A don Ernesto le hemos comprado la mayoría de las tierras, tiene el 50 por ciento de la Corporación Social Monarca y el 40 por ciento de Monarca ESP (una empresa de servicios públicos), pero no es socio".
Los sabanetenses se preguntan qué tanto Garcés, como dueño de la tierra, hace sentir su poder en las decisiones políticas para beneficiar sus intereses. En los próximos días se aprobará el nuevo Plan de Ordenamiento Territorial (POT) en un Concejo en el que 11 de los 12 concejales son simpatizantes del alcalde Montoya. Por eso, nadie espera sorpresas. Desde ya se intuye que, gracias en parte a la influencia de Garcés y de Monarca (dos financiadores de la campaña del Alcalde), la tierra apta para construir aumentará en más del 30 por ciento. Varios predios que antes eran considerados rurales pasarán a ser urbanos. Incluso se discute si entre ellos se incluye a la Romera, una de las reservas ecológicas más grandes del sur del Valle de Aburrá.
A la polémica se suman algunos líderes de los barrios populares que se quejan porque en el municipio ya "no viven los que quieren, sino los que pueden". Los estratos 2 y 3, que eran mayoría hace unos años, están siendo reemplazados por personas que pueden comprar predios hasta de 1.000 millones de pesos. "A muchos pobres de Sabaneta les tocó trasladarse para los barrios periféricos de Medellín. Nos están echando", dice uno de ellos. De la mano de este progreso también están llegando problemas como el sicariato. Hace un mes asesinaron con metralleta a cuatro muchachos en una cancha de fútbol y pocos días antes habían acribillado a una pareja en un ascensor de los nuevos edificios. Las alarmas están encendidas en las autoridades.
No es difícil encontrar personas que hablan de Garcés como el hombre adinerado y bonachón que se sienta en el parque central con amigos y conocidos, que no repara en dar dinero a la gente necesitada. Otros hablan de él como el gran terrateniente de Antioquia y el dueño de una de las trilladoras de café más importantes del país; y otros tantos como el dirigente que, sagradamente, visita cada semana el monumento a María Auxiliadora. Él dice que desde hace muchos años siente una obligación con la tierra de sus ancestros, que le da "pereza ser político" y que sólo se limita a tomar tinto con los alcaldes, "a veces les he dicho que tienen el cerebro muy chiquito... que deben pensar en grande (...) pero sólo Montoya me está haciendo caso". Eso nadie lo discute. El problema es que al alcalde no lo eligió un hombre, sino un pueblo para que defendiera sus intereses
Su poder no es casual. Es influyente en un conglomerado de empresas conocidas como el Grupo Monarca, y es dueño de más de un millón de metros cuadrados del municipio, en buena medida por su herencia familiar. A principios del siglo XX su abuelo poseía el 80 por ciento de Sabaneta. Ahora, gran parte de los nuevos desarrollos se hace en los predios de este empresario que, pese a haber pasado por el Congreso hace más de 20 años, aún le da juego a su vena política. Varias veces le ha propuesto a su amigo el presidente Álvaro Uribe su proyecto de "comprar la paz": "Las personas que tengamos un cierto capital, entreguemos el 20 por ciento a un fondo para darle salud a todo el mundo, educación a todo el mundo y trabajo a todo el mundo. Yo creo que podríamos reunir más de 150.000 millones de dólares", dice.
Pero su nombre también ha estado ligado a algunos episodios que le han exigido dar varias explicaciones. El más recordado fue a mediados de los años 90, cuando lo señalaron de conformar el grupo paramilitar 'La Escopeta', que operaba en el suroeste antioqueño, donde también tiene grandes extensiones de tierra. Durante 13 meses estuvo detenido, la investigación en su contra precluyó en momentos en que la prensa local titulaba 'La Escopeta nunca existió'. Recientemente, en 2006, fue consultado por los medios cuando se supo que lo visitó en su oficina alias 'Ernesto Báez', uno de los jefes paramilitares desmovilizados "Las AUC me nombraron acompañante en las negociaciones; el señor 'Báez' quería preguntarme cuál era mi concepto sobre lo que ocurre actualmente y yo le pedí prudencia y tolerancia", dijo.
Su presencia no pasa inadvertida. En el último consejo comunal de Sabaneta, convocado por el gobernador, Luis Alfredo Ramos, y del que participaba el alcalde del municipio, Guillermo Montoya, el protocolo se interrumpió cuando Ernesto Garcés llegó al recinto. De inmediato le dieron la palabra, y él expuso su visión de desarrollo del municipio: "Hay que pedirle a Dios, a Santa Ana y a María Auxiliadora que esos edificios sigan creciendo en Sabaneta y se puedan terminar".
El Grupo Monarca es la mayor constructora de Sabaneta y hoy es dueña de 800.000 metros cuadrados en el municipio distintos a los de Garcés. Esto sin contar con planes parciales de un poco más de dos millones de metros cuadrados de tierra rural en Sabaneta y La Estrella, un municipio aledaño. Fue centro de atención hace poco cuando anunció con bombos y platillos que construiría el edificio más grande de Colombia, idea que se fue desmontando con gran discreción. Henry Madrid, su presidente, niega que Garcés sea socio, pero reconoce su influencia: "A don Ernesto le hemos comprado la mayoría de las tierras, tiene el 50 por ciento de la Corporación Social Monarca y el 40 por ciento de Monarca ESP (una empresa de servicios públicos), pero no es socio".
Los sabanetenses se preguntan qué tanto Garcés, como dueño de la tierra, hace sentir su poder en las decisiones políticas para beneficiar sus intereses. En los próximos días se aprobará el nuevo Plan de Ordenamiento Territorial (POT) en un Concejo en el que 11 de los 12 concejales son simpatizantes del alcalde Montoya. Por eso, nadie espera sorpresas. Desde ya se intuye que, gracias en parte a la influencia de Garcés y de Monarca (dos financiadores de la campaña del Alcalde), la tierra apta para construir aumentará en más del 30 por ciento. Varios predios que antes eran considerados rurales pasarán a ser urbanos. Incluso se discute si entre ellos se incluye a la Romera, una de las reservas ecológicas más grandes del sur del Valle de Aburrá.
A la polémica se suman algunos líderes de los barrios populares que se quejan porque en el municipio ya "no viven los que quieren, sino los que pueden". Los estratos 2 y 3, que eran mayoría hace unos años, están siendo reemplazados por personas que pueden comprar predios hasta de 1.000 millones de pesos. "A muchos pobres de Sabaneta les tocó trasladarse para los barrios periféricos de Medellín. Nos están echando", dice uno de ellos. De la mano de este progreso también están llegando problemas como el sicariato. Hace un mes asesinaron con metralleta a cuatro muchachos en una cancha de fútbol y pocos días antes habían acribillado a una pareja en un ascensor de los nuevos edificios. Las alarmas están encendidas en las autoridades.
No es difícil encontrar personas que hablan de Garcés como el hombre adinerado y bonachón que se sienta en el parque central con amigos y conocidos, que no repara en dar dinero a la gente necesitada. Otros hablan de él como el gran terrateniente de Antioquia y el dueño de una de las trilladoras de café más importantes del país; y otros tantos como el dirigente que, sagradamente, visita cada semana el monumento a María Auxiliadora. Él dice que desde hace muchos años siente una obligación con la tierra de sus ancestros, que le da "pereza ser político" y que sólo se limita a tomar tinto con los alcaldes, "a veces les he dicho que tienen el cerebro muy chiquito... que deben pensar en grande (...) pero sólo Montoya me está haciendo caso". Eso nadie lo discute. El problema es que al alcalde no lo eligió un hombre, sino un pueblo para que defendiera sus intereses